El Encanto de las Llamas

_Alimentando las brasas de la chimenea me topé con sus encantos. Aquella danza que solo se ve cuando provocas al fuego con algo de oxigeno, de viento pasando por los conductos de la Bosca para que la llama naciente crezca detrás de la ventanilla.
-¿Por qué cambias de color?-pregunté. Y ella bailó coquetamente.
-Me gusta el cambio, rojo a naranjo, naranjo a amarillo, le agregas a este un poco de verde, un poco de azul.
Y bailando me observó, se calmó.
-Estamos en las mismas-le dije.-Ambos buscamos nuestra mutación, transformarnos, pero en nosotros mismos-.
_Bailaba para un espectador fascinado por su acto; para uno que la comprendiese, que la queriese. Me sentí honrado, y a la vez un poco desanimado.
_Las brasas cambiaban al rojo vivo, y mi dulce llama se iba apagando. "¡¿Donde vas?!" exclamé, pero ya no le quedaba rostro.
_abrí una vez más la rejilla de abajo y permití que el aire ingresara a la estufa una vez más; y encantado quedé de nuevo, estaba renaciendo mi pequeño fuego.
-Debo alimentarte para tenerte-dije mientras comenzaba a bailar.-No eres lo único que tengo que tengo en mente, ¿sabes?
_Su baile se armonizó, y lentamente cambio su color, dejó su amarillo de bordes verde-azulados para volver a su rojo-anaranjado, se arregló ante mis ojos. Me avergoncé, se había perfeccionado.
-Nunca había visto tanta belleza-pensaba halagarla, pero no me resultó; de su baile desprendió una cola,y la cola se acercó al vidrio. La observé por un rato mientras se separaba del resto del fuego, y se convertía en una nueva en una nueva esperanza dentro de la chimenea con leños secos.
_Parpadeé, y en un instante la pequeña llama estaba en frente mio, danzandome. Me asusté un instante, pero ella misma me calmó; la tome con mis manos y en mi sangre entró. Sentí su calor por mis venas, hasta llegar a mi corazón; allí fue donde me dijo -Tu ya tienes un amor-.
-Un amor tierno, un amor danzante; un amor puro, un amor brillante; más bello que que mi danza, más firme que un diamante; ese es amor tuyo, solo soy tu ayudante-.
-¡De qué eres mi ayudante?-.
-Te ayudo a recordarla, ¿para qué olvidarla? Tu mundo esta con ella, no a través de mi ventana...