Sol, un bello día baña mis ojos mientras camino a conseguir locomoción.
Veo a pequeños pajaritos emprender vuelo de un arbusto a mi paso y
sonrío, no se el por qué, pero me alegro de todas formas.
Los rayos de sol calientan mi cuerpo al momento de subirme al microbús que me llevará al destino buscado, no el deseado.
Voy mirando por la ventana a la gente que camina por la calle, mientras
yo, por mi parte, trato de concentrarme en mi quehacer diario. El día
está perfecto para motivarse, hay un sol agradable, un viento
refrescante y suave, luz para sentirse en un día de verano, un día
libre.
Mas, aun así, no puedo quitarme de la cabeza la noche. Acostado en mi
cama, con la cortina semi abierta, tratando de dormir viendo una luna
que hace mucho no veía.
Esa luna provocativa, juguetona, que te incita a seguirla pero sabes
que no puedes. Esa luna que te ha acompañado en los romances,
perversiones y aventuras. Esa luna que vigila tus sueños y guarda tus
secretos. Esa luna amiga.
Me he vuelto un adicto a la noche, la espero con ansias aunque se que
hoy no se dará. Viajes, cigarrillos, chocolates, todo es complemento;
conversaciones, compañía, lo que me llena por dentro.
No se si buscar o esperar. Lo que si se es que cuando esté en la noche ya no lo desearé, lo viviré.
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