domingo, 14 de abril de 2013

Esperanza

    Y al salir el sol la lluvia dejó de caer. Brillaba todo al rededor, en las hojas mojadas se veían los pequeños diamantes, en las pierdas que pisaba se notaba el reflejo, y sus ojos mostraban el encanto de la escena con el cariño más tierno jamás visto antes.
    Tras caminar un momento por la playa meditando, pensando y disfrutando, llegó a la conclusión que tanto había deseado.
    El pensamiento humano es muy manejable e influenciable, pero el sabía que no venía de la mente, sabía que se alojaba en su pecho. Más que eso, se alojaba en sus manos, en sus pies descalzos en la arena, en su respirar tranquilo, en su palpitar algo emocionado, en su vientre juguetón, en su cabello despeinado por el viento marino. Y sus ojos lo expresaban a la perfección.
    Contra viento y cansado caminó, sabía que había un final al que llegar. No lo estaban esperando, mas no le importaba. Solo quería toparse con ella, hablar y disfrutar de las mismas cosas juntos. El conseguirlo es difícil, se puede pagar caro, pero las consecuencias son positivas. Eso lo mantiene despierto, alegre y decidido.
    Cuando se juntan está acompañada, sin embargo estaba previsto. Un poco de paseo, cambios de tema, dicuciones alegres. Las sonrisas se unen mientras los ojos se encuentran, y por primera vez ven mutuo brillo, las almas intercambian dichosas palabras de confianza y cariño que se concretan en la unión de los labios, ambos ahora lo saben.