Hay noches en las que uno se acuesta y se queda dormido
en un instante, sin importar las muchas tazas de café que uno beba antes, o lo
activo y sin sueño que esté el sujeto. Por desgracia hoy no es una de esas
noches para mí.
Recuerdo cosas que no quiero recordar porque me recuerdan
otras, recuerdo las alegrías de mi vida que fueron truncadas, recuerdo las
emociones que sentí en mi mejor momento acompañando la angustia que me
acuchilla la espalda.
No lo aguanto por mucho tiempo, y revolcándome en la cama
decido levantarme. Camino un rato, bebo un poco de agua, vuelvo a caminar. Me
acuesto. Me revuelvo. Camino. Nada… Mi tiempo se pierde en un vaivén de
sensaciones, en un torbellino de canciones y en calor de la cama deshecha.
Salgo de la habitación, salgo al patio trasero. Hace
frío, el piso congela mis pies al caminar, la brisa nocturna me indica que
estamos en verano pero que mi corazón sigue en invierno. Me recuesto a un
costado de la piscina, el agua no está tan helada como esperaba y me muestra
una luna (casi llena, por desgracia) reflejada en su superficie.
Miro
hacia arriba y veo las pocas estrellas que uno puede ver en una ciudad como
Santiago, pero que de donde se las mire son hermosas (casi). Sonrío, me alegro solo,
únicamente con el brillo de pequeños puntitos blancos en un cielo negro
azulado. Me detengo a observar el parpadeo de una en particular, me atrae, me
tienta, me relaja.
De
reojo veo un brillo anormal, acompañado de un cambio de posición, me fijo en la nueva estrella que llama mi atención y de inmediato otra hace lo
mismo. Sigo con la mirada la zona destacada por el astro, y el juego continua. Me
la paso un rato tratando de adelantarme a los destellos, pero me es imposible.
Me cautivan, la música las acompaña, mi mano en la piscina siente el ritmo en
el casi imperceptible oleaje, los aromas de las plantas a mi alrededor me dejan
en trance.
Ya
entiendo lo que me dicen. Por supuesto que estoy bien: ahora libero mi risa, mis
lágrimas se reservan para momentos de dichosa alegría, mi cara vuelve a
expresar emociones que alguna vez mostró… y vuelvo a entender que lo mejor
siempre viene después si lo esperas pacientemente. Mientras tanto, solo disfruto,
vivo. Porque sé que hice bien y que lo seguiré haciendo. Porque sé que la gente
cercana me estima por como soy. Porque sé que yo estoy mejor.
Pasa
una estrella fugaz. Las estrellas parpadean más, brillan dándome a entender que
me apoyan en lo que haga. Mi destino está definido, encontraré la felicidad
porque es ella la que me está buscando, no yo.